El Uruguay-Corea del Sur solo aceleró corazones en el último tramo de un partido controlado por los impulsos defensivos de ambos equipos. A última llegó el chutazo a la madera de Valverde y la carga uruguaya a la desesperada, pero resultó insuficiente.
Distintos equipos, mismos síntomas
Salvo cuando a balón parado, Uruguay y Corea no fueron capaces de sacarse diferencias en el juego. Muy organizados ambos para guardar la ropa, pero demasiado planos cuando tocaba dañar la defensa rival. Los coreanos presionaron con energía en la primera mitad y dieron imagen de equipo hecho; Uruguay solo brillo en transición y en los esfuerzos solitarios de Darwin. Se echó en falta más de Valverde.
Corea bien organizada
Los asiáticos ofrecieron, en general, una mayor sensación de equipo redondo que Uruguay. De manera especial en el centro del campo con Hwang y Jung abarcando mucho terreno en labores defensivas. Ahogaron la escasa creatividad charrúa.
La madera no ayudó
Primero fue Godín el que envió al palo un gran cabezazo que recordó a su versión de los viejos buenos tiempos. Con el partido acercándose al tiempo suplementario, un tirazo de Fede Valverde no corrió mejor suerte.